¿Qué tienen que decirnos las parábolas de Jesús? ¿Están relacionados con nuestros días? Primero, debemos identificar y comprender cuál de ellos tiene una aplicación profética. Por ejemplo, la parábola del hijo pródigo contiene una enseñanza excelente para nosotros, pero no es profética, no anuncia ningún acontecimiento! ¿Cómo entonces distinguir los tipos de parábolas? Como de costumbre, es muy simple: nos aferraremos a lo que el propio Jesucristo dijo, sin agregar ni quitar. Limitaremos las interpretaciones a los únicos elementos que se pueden derivar directamente de narrativas u otros textos particulares y relevantes. Por lo demás, nos contentaremos con la respuesta del Señor: "No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción”. – Hechos 1:7
¿Dónde encontramos las parábolas relacionadas con nuestro tiempo? Los encontramos exclusivamente en los capítulos 13, 24 y 25 del Evangelio de Mateo (y en los pasajes paralelos de otros Evangelios, si los hay). ¿Qué son?
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El Sembrador (Mateo 13:24-30, 36-43)
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La red barredera (Mateo 13:47-50)
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El esclavo (Mateo 24:45-51)
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Las diez vírgenes (Mateo 25:1-13)
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Los talentos (Mateo 25:14-30)
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Las ovejas y las cabras (Mateo 25:31-46)
Ilustraciones "menores"
Pero, primero, analizemos otras ilustraciones que podríamos llamar "menores", por decirlo así, que, sin embargo, aparecen en el mismo contexto que las enumeradas anteriormente sobre el "fin del sistema de cosas": el grano de mostaza, la levadura, el tesoro escondido, el comerciante viajero, el relámpago, la higuera, los días de Noé, el ladrón. Éstas no tienen una aplicación profética precisa, pero generalmente indican un contexto, un ambiente, una tendencia y conducen a la reflexión; con ellos, Jesús enseñó, tenía algo que decir acerca de los últimos días.
Las ilustraciones del grano de mostaza y la levadura (Mateo 13:31-33) simplemente indican el crecimiento del pueblo de Dios y nos recuerdan esta profecía: "El pequeño mismo llegará a ser mil, y el chico una nación poderosa. Yo mismo, Jehová, lo aceleraré a su propio tiempo” (Isaías 60:22). No podemos interpretar los detalles de las ilustraciones, y no debemos hacerlo. Preguntas como "¿Quién es el hombre? ¿Qué son las aves y las ramas? ¿Quien es la mujer? ¿Qué es la harina?” no son apropiadas por una razón muy simple: las interpretaciones pertenecen a Dios (Génesis 40:8, Daniel 2:28). Debemos adherir a este principio: "Las cosas ocultas pertenecen a Jehová nuestro Dios, pero las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros … para que pongamos por obra todas” (Deuteronomio 29:29.) Si Jesús no hizo aplicaciones específicas, o no dio una explicación, no tenemos que hacerlo tampoco.
Podríamos hacernos esta pregunta: "Si las ilustraciones del grano de mostaza y la levadura son básicamente las mismas, ¿por qué Jesús ilustró el punto de dos maneras diferentes?" La respuesta está en estas palabras: "con muchas ilustraciones de ese tipo les hablaba la palabra, hasta el grado que podían escuchar" (Marcos 4:33). Jesús quería ser entendido por muchas personas, así que en su arte de enseñanza a veces adaptó las ilustraciones a su audiencia: sin duda, los granjeros podían haber comprendido la ilustración del grano de mostaza y de las amas de casa que de la levadura.
Las ilustraciones del tesoro escondido y del comerciante viajero (Mateo 13:44-46) enfatizan cuán preciosa es la verdad del Reino y los sacrificios que una persona está dispuesta a hacer cuando la ha encontrado. Nada mas.
La ilustración del relámpago merece una reflexión profunda (Mateo 24:27). En el contexto, entendemos que Jesús advirtió a sus discípulos de prestar atención a "falsos Cristos y falsos profetas" (Mateo 24:23-28). Y entonces, ¿cómo comprendería el cristiano la "presencia del hijo del hombre"? Con la ilustración del relámpago, Jesús señala que para el sincero adorador de Dios, su presencia habría sido evidente en el momento adecuado y no era necesario hacer ninguna suposición; y él enfatiza el punto al referirse también al instinto del águila para sentir y encontrar un cadáver para el alimento. Permanecemos vigilantes pero serenos y seguros, y con el tiempo podremos entender todo lo que está por suceder y sentirnos íntimamente que la "liberación se acerca” (Lucas 21:28).
Con la higuera (Mateo 24:32, 33), Jesús quiere animar a sus siervos a observar los acontecimientos del mundo y compararlos con lo que sabemos de las Escrituras acerca de lo que va a suceder. Esto implica que debemos profundamente estudiar "la palabra profética", aunque no la entendamos perfectamente; a su debido tiempo tendremos el conocimiento necesario (2 Pedro 1:19). Para ilustrar, nuestra tarea es ahora reunir y conocer todas las piezas del rompecabezas: llegará el día en que podamos montarlas correctamente. Pero si no estudiamos, ¿qué entenderemos? La higuera completa la ilustración del relámpago. ¿Quién percibirá claramente, sin duda y de manera autónoma, la presencia de Cristo como un relámpago? El que ha estudiado y hecho sus propias "todas estas cosas" de las que Jesús nos habló.
Las ilustraciones de los días de Noé y el ladrón (Mateo 24:36-44) simplemente señalan que no saber de antemano el día de la venida de Cristo, debemos permanecer listos y vigilantes sin ser distraídos por las cosas cotidianas de la vida.
En el siguiente artículo analizaremos las principales parábolas que se mencionan anteriormente.
Acalia & Marta
acalia.jw@gmail.com